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19 / Diciembre / 2018

La clave del éxito: planificar.

Prácticamente la totalidad de casos fracasados en implantología se podrían eliminar con una buena planificación. Un estudio del paciente idóneo marca la ruta a seguir en cada caso, porque no hay dos casos iguales. Algunas de los puntos a tener en cuenta son los siguientes:

Tipo de hueso. La densidad del mismo nos marca la tipología. Tener ese dato claro nos ayudará a elegir el implante correcto y a seleccionar la secuencia de fresado idónea. Por ejemplo hay casos en los que es necesario ir a un sobrefresado para minimizar la compresión alrededor del implante. También es importante saber a qué altura debemos introducir la fresa, si es el 100% de la longitud del implante o es un porcentaje menor.

Longitud. Existen implantes de diferentes longitudes. Colocar un implante de una medida inadecuada puede derivar en un fracaso.

Las tensiones que soporta un implante también pueden dar lugar a problemas. Al colocarlo tenemos que hacerlo en una inclinación determinada, ya que en caso contrario se transmitirán unas tensiones al hueso que pueden ser peligrosas. 

Número de Implantes. En ocasiones tenemos un tramo de 4 dientes que rehabilitar y colocamos tres implantes. El número de piezas dentales no tiene por qué coincidir con el número de implantes. Este punto también hay que tenerlo en cuenta, y un buen profesional sabrá cual es el número perfecto y la mejor colocación para la correcta distribución de las tensiones.

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